sábado, 26 de febrero de 2011

A la mala leche se la jode con determinación.

Tres grandiosos días para cagarse en todo lo que uno considere sagrado, estos últimos tres días fueron, literalmente y en el mal sentido; del carajo.

No me voy a quejar de mi mala suerte ni de que estoy salado ¿Para qué? La verdad ya es costumbre para mí que las cosas salgan mal prácticamente desde el principio, cosa que a decir verdad ha ido dejándome de molestar con el tiempo ya que tanto ir contra la corriente terminó haciéndome más fuerte que ella, tanto es así que con el tiempo las cosas dejaron de importarme y el hecho de que todo pudiese salir mal dejó de interesarme, descubriendo de cierta forma mi propia clave para romperle a coñazos las tripas al inexistente destino y a todos sus acreedores (¿Alguien dijo Murphy?).

Con el tiempo y las situaciones que el mismo me crea ya he aprendido a controlar muchas cosas y a ser como hoy soy, un total y completo maldito y desinteresado; que me arreche por todo es más un rasgo genético que una muestra fehaciente de frustración acumulada como muchos seguramente tratarían de describirla (a quienes les digo ¡Váyanse al carajo!).

Lo jodido de todo esto es que luego de rebuscarme por seis meses, luego de entregar una cantidad que ya ni recuerdo de currículos y de pasar por una buena y puñetera cantidad de trabajos frusleros dirigidos por turcos y chinos, luego de pasar arrastrándome de nalgas por un valle de clavos oxidados ungidos con ácido clorhídrico y calientes al rojo vivo (porqué así se siente trabajar con esos bastardos asiáticos) pude conseguir un trabajo bastante más decente, bastante más tranquilo y con dueños muchísimo más pasables que los anteriores déspotas; por primera vez en la vida logro concordar con una jefa en que la ciudad en la que vivimos es un desierto cultural y que es difícil conseguir un buen ambiente de trabajo, por primera vez me dicen que no buscan mongólicos atolondrados para trabajar sino gente inteligente y por fin, después de tanto tiempo me explican el pago con lujo y detalles. Verga, que de pinga es que alguien que va a ser mi jefe me cae bien y que cuando entro a trabajar todos mis compañeros son personas 100% tratables.

Pero, como siempre en la vida del preferido de Murphy en esta región algo tuvo que salir mal, muy mal para ser sinceros. Coño, ¿No me puede pasar una vaina así cuando llevo así sea un mes de trabajo? No, me tiene que pasar justo el tercer día de trabajo, como si no bastara el hecho de que me rompo el ano estudiando en las mañanas en un curso desde las 8 AM para salir directo a almorzar e ir a trabajar, al parecer el “Karma” la tiene agarrada conmigo pero, ¿No se supone que el Karma recompensa las buenas acciones y esfuerzos? Pues, si existiese, hace tiempo me hubiese pasado mi cheque de tanto que me debe porque lo único que sabe hacer es cobrárselas, y hasta donde yo sé, eso solo lo hace Murphy. En fin, el día miércoles 23 de febrero se me desata una fiebre de proporciones estratosféricas, una fiebre literalmente cojonuda que parecía dengue. De verdad, no es exageración ni niñerías, la fiebre marcó 40º y vino acompañada de dolor de testa, de garganta, dolor de panza, mareos y escalofríos, perfecto para ir a trabajar ¿No? Al parecer no.

Puedo ser un flojo con tendencias a beber en exceso y a fumar un poco más de lo debido pero siempre he sido alguien apegado a cumplir horarios y a trabajar, para mí la única forma de sacar la pata del barro es trabajando y sabiéndote mover y si mi madre no me amenazaba con un supositorio si me iba a trabajar, entonces jurado estaba que iba a ir a trabajar para que al menos vieran que estaba vuelto una mierda pero que tuve la responsabilidad de aparecer al menos. Ok, mi madre peligrosa y armada me obligó a hacer la llamada y a decirles que no estaba en condiciones, me contestaron y dijeron que no había problema, que todo estaba bien y que me mejorara, les pregunte que si estaban seguros y que si querían que repusiera el día y me dijeron que no, que todo estaba perfecto.

Bien, para que preocuparse entonces. Paso mi día en cama durmiendo y maldiciendo a todo lo que pudiera; malditas sabanas, maldita cabeza, maldito juguete, maldito piso, maldita toda mierda (me volteo a ver mi amada PC) no, tú no eres maldita. Aproveché que mi madre se puso muy “maternal” y la obligué a darme cariño (la mejor forma de que una madre atienda a un hijo viejo) así que dentro de lo que cabe fue bueno.

Al fin, después de pasar por un calvario de dolores de estómago, de cabeza, de garganta, de toda mierda, termino tan solo con un par de retorcijones que a la larga me daría cuenta que se convertirían en diarrea. Que mierdas importa, voy a trabajar y si me da, me dio, la jefa sabrá si dejarme soltando gases tóxicos o mandarme a la casa; llego al trabajo, firmo la hoja y cuando subo a mi puesto me doy cuenta de que, coño, hay un carajo nuevo en el stand donde trabajo, que raro, la vieja acaba de mostrarme las reglas de la empresa y una decía claramente que solo se permitían 2 personas en un stand y que las demás se quedaban en la tienda de abajo, pero abajo también estaba completo el turno ¿Ajá, y entonces? Yo ya tenía mi compañera y este nuevo pana completaba un trió, no me pinta bonita la vaina. Llaman al tipo para que baje un momento y luego de un par de decenas de minutos me mandan a llamar a mí. ¿A que no adivinan? Javier, tu desempeño no ha sido lo que esperábamos, faltaste a tu tercer día de trabajo. Señora por favor al grano… Ok, trabajas hasta hoy, cumples tu ultimo horario de 3 a 9 de la noche y no vienes más… Si claro, ya mismo voy a trabajar de 3 a 9 para que igual me boten, disculpe la expresión, pero usted si tiene bolas; un placer señora, espero que los demás le funcionen como se debe, págueme mis dos días de trabajo y hasta nunca.

Me imagino que pretendían verme primero arrastrándome y muriendo para creerme enfermo, para ellos seguramente fue una excusa para no trabajar y para mí fue otra de esas malas pasadas que anoto en mi lista para cobrárselas a Murphy.

Pero igual, que importa, ya estoy acostumbrado y siempre tengo planes alternos para todo, pero para lo que no tengo planes es para diarreas espontáneas que te licúan en intestino grueso y te dejan ardiendo la boca del ano; coño pana ¿No te basta con joderme el trabajo y un día lleno de fiebre? ¿También tienes que mandarme una diarrea del otro mundo? No pero que maldita mala leche, de verdad, si no fuese por mi extraordinaria resistencia a la frustración depresiva y por mi forma de ser testaruda de hacer las cosas porque sí, porque soy arrecho y yo hago las vainas que digo que haré, si no fuese porque soy de esos hombres que decimos algo y los hacemos así tengamos que comernos a mil chinos para lograrlo, hoy en día yo sería un emo mas del montón.

Entonces, verga, ¿A que se llega con todo esto? Murphy es una mierda, sí, pero no es el punto. La mala suerte es jodida y frustrante, sí, pero qué coño. El punto es que si te patean las bolas obviamente te vas a tirar al suelo, pero coño, párate de nuevo y patéale tu las bolas a quien te las pateó, así de simple.

No creo que haya mucho más que decir, seguramente esto le va a servir de ayuda a alguien o al menos alguien tiene que reírse de esto, al menos yo, si lo leo, me meo de risa. 

2 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Favorites More